martes, 8 de junio de 2010

LOS COLORES DEL AGUA

LOS COLORES DEL AGUA (Módulo del agua)

El Agua es un elemento vital del que debiéramos sentir aún el asombro de aquello colosal que vemos por primera vez. Nos da la salud y la vida, nos calma la sed, relaja, limpia y libera. Es por lo mismo imprescindible para todos los seres vivientes.

Gracias al agua nuestras poblaciones acceden al alimento para lograr su sustento y de esta misma manera eliminamos las toxinas. Es por ella o a expensas de ella, que las sociedades evolucionan en distintos niveles de desarrollo. En un efecto propio de los actos humanos que seguidos por su afán de crecimiento económico y riqueza, hemos terminado por afectar la disponibilidad de los recursos naturales, entre otros, de las existencias y la calidad de esta fuente de vida. Hablo de los impactos que nuestras actividades han ocasionado al ambiente generando un calentamiento global que afecta todos los ecosistemas, y con ello el ciclo hidrológico. De otra parte se pone de presente la forma irresponsable en que disponemos de los desechos afectando las cuencas hídricas y el acceso al agua potable.

La cantidad de agua en la tierra pone de presente que este es un recurso finito y por ende, siendo de total necesidad en los asentamientos humanos y para otras especies, es importante reflexionar sobre la forma como hemos de administrar y usar dicho recurso. Las estadísticas hablan de que padecemos de sed por el muy bajo porcentaje de agua dulce que disponemos en la tierra, para la totalidad de la población mundial. No obstante, hay regiones en donde los habitantes disponen de este recurso con relativa facilidad, incluso hasta se derrocha, pero hay muchos lugares y naciones en donde se considera un bien totalmente agotado. Además hay países en donde teniendo importantes fuentes, la población en su mayoría no tiene forma de acceder a ella[1].

Por tanto hoy debemos replantear la manera como hemos de administrar este recurso para las generaciones presentes y futuras.

Una manera de abordar este problema es desde la economía. Adam Smith planteó este dilema mediante la “paradoja del valor” o la paradoja del agua y el diamante[2]. Mientras el agua tiene un valor de uso muy importante en tanto satisface necesidades primarias del hombre su precio en el mercado generalmente no refleja este valor. Por el contrario, un diamante que no representa algo necesario para los requerimientos primarios de la vida, en el mercado suele tener un precio muy alto. Sin embargo no lejos estamos que en el mercado se pueda cambiar esta situación. Cuanto diera un magnate de los diamantes perdido en medio del desierto por un litro de agua? Cuanto dieran de su riqueza las naciones por abastecer a sus sociedades de este líquido sagrado ante su apremiante necesidad?

A pesar de que la economía de mercado espera aprovechar esta tendencia sabiendo explotar los recursos en el tiempo y lugar adecuados, sabemos que es la misma dinámica del mercado la que ha contribuido a la afectación de los recursos naturales. De otra parte el mercado no es una solución de la cual se espera mayores logros si se observa que son los más pobres quienes presentan mayor déficit del agua y de condiciones básicas de vida.

Esto nos lleva a otro dilema, y es que el agua, en tanto es un recurso básico e indispensable para la vida, que tiene el carácter de bien público fundamental, no tiene los atributos propios de los bienes de dominio privado[3]. Da escalofríos el solo hecho de pensar en la privatización del agua con fines comerciales. No obstante, se han dado pasos a la intervención del interés particular en la explotación de este recurso lo cual amerita un serio debate. Me parece tan cuestionable como suponer en un futuro la venta de sangre humana. Y recordemos que este líquido vital es en esencia agua. La vida es el agua. No podemos pensar en su privatización.

Desde el derecho, podemos abordar el problema como fuera planteado por parte del biólogo Garret Hardin en 1968, en la denominada “tragedia de los comunes”[4]. Explotamos y degradamos el recurso hídrico a nuestro antojo, por cuanto al tener disposición de este recurso y gozar por ello de un relativo bienestar, no medimos las consecuencias inmediatas de los impactos que nuestra conducta causa en las generaciones presente y futuras; sin embargo, cuanto lamentaríamos abrir el grifo del agua y no ver caer una sola gota. La mera expectativa de un racionamiento nos conmueve bastante.

Y es que tarde recordamos que los bienes comunes llevan implícito que su uso y disposición por todos, conllevan al igual que un amplio grado de libertad un amplio grado de responsabilidad. Límites y responsabilidades que dan lugar a derechos y deberes, sustentados en las connotaciones propias del agua como bien público fundamental y como recurso natural finito, del cual se desprenden principios y características que dan pie a las bases de una gestión ambiental sostenible.

El agua potable y el saneamiento básico representan una variable del desarrollo local y regional, en tanto garantiza la calidad de condiciones esenciales para la vida y permite el auge de la economía[5]. Las acciones orientadas a conducir el líquido vital hasta nuestras residencias en condiciones aptas para el consumo humano, implican importantes tareas que van desde el manejo de las cuencas, la captación, el tratamiento, la red matriz de transporte y la red de distribución, hasta inversiones conexas de diversa índole. Estas actividades constituyen verdaderas empresas en sí mismas, cuyos costos son importantes. No tienen que ser empresas con ánimo de lucro. Deben ser verdaderas empresas con sentido social que distribuyan los costos y subvencionen a los sectores más desfavorecidos.

Ante la índole de los derechos que se relacionan con el suministro del agua potable, se pone en tensión las posiciones de quienes privilegian la función del Estado para suministrar del desarrollo y el bienestar social y quienes propugnan por la participación a cargo del capital privado, incluso por su privatización.

Siendo un asunto en el que está implícita la calidad de vida de las personas y las posibilidades reales de desarrollo social, están subyacentes valores y principios, que como se afirma en el documento, ponen de presente la índole ética que entraña la gestión de la calidad del agua.
Parodiando al autor, para una gestión del agua debemos considerar también a los colores de la economía, del derecho y de la ética, en el marco del desarrollo sostenible.

[1] http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/11471
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Paradoja_del_valor
[3] http://www.elpais.com/articulo/madrid/Agua/privada/sed/publica/elpepuespmad/20080918elpmad_14/Tes
[4] http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/T/tragedia_comunes.htm
[5] http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/Programas/ViviendaAguaDesarrolloUrbanoAmbiente/AguaySaneamiento/tabid/238/Default.aspx