martes, 24 de noviembre de 2009

MOMENTO INDIVIDUAL TRABAJO COLABORATIVO MÓDULO DESARROLLO SOCIAL Y HUMANO

LA TECNOLOGÍA Y LA IDENTIDAD.
Apelando al recuerdo logro identificar una serie de hechos o situaciones que acompañaron mi vida y la de las personas que son de mi generación, que nos afectaron directamente sin que pudiéramos desconocerlas, marcando nuestras experiencias de vida y las posibilidades futuras de desarrollo personal y social.
Particularmente hago referencia al desarrollo tecnológico y la forma como este alteró las relaciones familiares, educativas, sociales y laborales de manera significativa y profunda, al punto que las experiencias humanas ya no son lo mismo a cuando estaban ajenas de tan avanzados artefactos.
Aquí es necesario destacar de manera relevante como todos estos adelantos nos han tocado vivirlos, padecerlos y aprovecharlos como una “necesidad” prácticamente ineludible desde el momento en que la industria tecnológica los sacó al mercado y en razón a la dinámica del mismo penetró en todas las organizaciones, espacios sociales e institucionales, usos y costumbres, medios de comunicación, apoderándose de todos ellos y de nuestras vidas.
Todo ello ha sucedido y sigue sucediendo a un ritmo tan acelerado y con efectos tan profundos en nuestras relaciones que es importante revisar con una mirada crítica los efectos y alcances de dichos avances. Acaso no será necesario empezar a prevenirnos a nosotros mismos como seres sociales de tal invasión tecnológica y empezar a plantear cuáles han sido los efectos en nuestras relaciones desde que ellas se han entronizado como parte esencial de las mismas?
No trato de proponer un escenario como el de “Terminator” planteado en la película de Hollywood, en el que las máquinas pretenden acabar con la especie humana. Ese no es el objeto de este ensayo. De hecho los adelantos tecnológicos a los que hago referencia y que hacen parte de nuestras vidas nos son muy útiles, pero por eso mismo debemos revisar con preocupación su alcance dado que llegamos hoy al punto de entender que “no podríamos vivir sin ellos”.

Tampoco busco profundizar en los efectos de las señales o las ondas que producen los teléfonos celulares y si estas afectan la fisiología humana, o los efectos de las radiaciones de los monitores usados en los equipos de computadores. Asunto que me parece por demás importante, pero que escapa al interés puesto en estas líneas y a mi conocimiento sobre el tema.
Busco centrar la atención en la alta dependencia que se ha creado con los adelantos tecnológicos que nos acompañan en nuestras rutinas diarias y sus efectos en nuestra actividad individual y social. Considero que estamos ante un asunto muchas veces dejado de lado, pero que en mi concepto es de trascendental importancia en el estudio de la conducta del individuo sobre sus hábitos, estilos de vida y la conducta social de cara al desarrollo humano que debemos promover, porque esta tendencia tecnológica nos pone frente a un evolucionismo que altera el concepto natural del término planteado desde otrora por Charles Darwin, al dejar que nuestra esencia vital y las sociedades humanas cedan su papel a la tecnología.
Actualmente las estadísticas hablan que los niños pasan hasta 6 horas diarias al frente de una pantalla de televisión, consola u ordenador. Ya se habla del auge de la internet en los hogares y de cómo este viene desplazando incluso a la televisión.
Evidentemente estos medios resultan ser medios de comunicación muy útiles y junto a la telefonía celular, nos facilitan el acceso a la información, el intercambio de ideas, la comunicación, en una capacidad en tiempo y espacio que antes no podíamos siquiera imaginar. Su uso en el ámbito educativo y laboral y hasta su penetración en el espacio familiar, ya los hace ser elementos imprescindibles para todos.
La tecnología se ha entendido y justificado como la manera en que podemos adaptarnos al medio y satisfacer nuestras necesidades. En nuestro desarrollo como especie incluso nos ha servido para llegar a tener el dominio sobre la naturaleza, nos ha permitido el progreso social y económico. Hoy hemos sido testigos presenciales del auge de las tecnologías de la ciencia y la informática, en el ámbito de lo que se hada dado en llamar la sociedad de la información y el conocimiento. Pero también, aparte del deterioro producido a nuestro entorno, las relaciones sociales en todos sus ámbitos se han visto seriamente fragmentadas, aisladas, amenazando los lazos sobre los cuales se ha construido tradicionalmente la identidad.
La identidad es un concepto relacional que se construye en la interacción con las otras personas, en el contacto social, en las vivencias propias y ajenas, con las personas que compartimos un espacio territorial y con las cuales nos identificamos bajo los conceptos de nación, región, ciudad, pueblo o barrio; raza, religión, cultura, etnia. Dichos conceptos tradicionalmente circunscritos a un ámbito territorial y temporal, han estado asociados a dinámicas de participación en los que se ponen de presente situaciones reales, propias de cada comunidad, relacionadas con su cultura, sus necesidades básicas fundamentales, su elaboración sobre el poder, sobre la religión, sus costumbres.
En la medida en que la identidad se construye en aspectos que ya no se relacionan con las vivencias propias perdemos autenticidad y nos sometemos a otros modelos bajo los cuales se introyectan conductas, usos y expresiones ajenos a las tradiciones, que nos hacen perder sentido de pertenencia y en el que las necesidades fundamentales propias ceden a un mundo virtual invadido por “necesidades” que realmente no lo son o por satisfactores que no son los apropiados.
Con el desarrollo de la tecnología y con ella de las grandes urbes, los espacios familiares, comunitarios y barriales se han perdido como lugar en el que se interactúa de manera natural para crear una colectividad con identidades propias. Al morir estos espacios como expresión auténtica de nuestro ser social, hemos quedado aislados y sujetos a los designios del uso que se hace de los medios de comunicación, lugar en donde se forma y se informa sobre la manera de comportarnos y de pensar.
A cambio, la tecnología nos sumerge en un mundo virtual en el que la identidad se desarrolla al amparo de otras interacciones creadas por los medios de comunicación: novelas, noticieros, “enlatados”, realidad virtual, juegos de video, reality, construyen un imaginario creado desde otros centros de poder.
Ya dejamos de ser auténticos, nuestra personalidad no es la propia y no tenemos libertad para orientar nuestros designios, en una suerte de enfermedad social propia de la civilización llamada alienación, que se refleja en la apatía y desinterés por todo aquello que pueda presentarse diferente al orden establecido.
Se hace necesario e imperioso reorientar la función o el uso de las tecnologías, en lo relativo a la dimensión social de los sujetos y de las colectividades que las usan, como forma desde la cual el desarrollo sostenible necesita edificarse. Solo cuando tengamos individuos en busca de la autenticidad, participantes y gestores de las necesidades fundamentales en un entorno ambiental sano, podemos empezar a construir las bases de un desarrollo sostenible a escala humana.
Pero tampoco se puede dejar cerrada toda posibilidad o mérito al uso de las nuevas tecnologías, puesto que ella desde el punto de vista del desarrollo humano puede ofrecer nuevas posibilidades de interacción y crecimiento social, cultural, educativo y económico. Las comunidades virtuales son una gran posibilidad presente de propiciar encuentros y propuestas desde grupos de interés. La educación virtual ofrece el acceso a este servicio en términos de espacio y tiempo antes no posibles. El problema entonces será la brecha digital. La posibilidad de permitir el acceso a los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías sin que la condición de países emergentes o del tercer mundo nos prive de ello.
No se trata de brindar acceso a todo tipo de tecnologías sin que se brinde al usuario orientación sobre su utilización y el desarrollo de habilidades en el uso de ellas. Es por tanto necesario el desarrollo desde una óptica no comercial, intuitiva, que permita acceder a las habilidades y los recursos requeridos para compartir el conocimiento
Nuestro reto será el cómo entender que la tecnología debe servirnos para facilitar o propiciar este proceso y no para suplir o reemplazar nuestra esencia social. Hay que establecer el alcance exacto de la tecnología en el contexto del desarrollo requerido cual es el de servir de ayuda, coadyuvar, mas no reemplazarnos en lo que individual y socialmente nos corresponde.

MANEJO INTEGRADO DEL MEDIO AMBIENTE

El MIMA nos obliga revisar los procesos de los que dependemos para adquirir y procesar todos los recursos de los que nos valemos en la vida diaria. Todos ellos combinan tecnologías, materias primas o insumos, procesos de producción y mercadeo que impactan en gran medida nuestra interacción con el medio ambiente.
Revisión esta que desde el liderazgo de las organizaciones hay que implementar a través de los procesos de gestión integral de la calidad, ambiental y seguridad social y ocupacional, como forma no solo de llegar a estándares de eficacia y eficiencia en la administración de las empresas e instituciones, sino además para contribuir a una ética empresarial con responsabilidad social, comprometida con el desarrollo sostenible.
En un ciclo de mejoramiento continuo e integración política y multisectorial, la revisión de los procesos productivos, comerciales e institucionales nos debe llevar a crear las sinergias necesarias para el desarrollo de biosistemas integrados que propugnen por una economía que racionalice los recursos del medio, los aproveche al máximo y produzca excedentes que se redistribuyan con equidad y justicia social.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Presentación

Esta entrada fue prevista para tener enlaces a documentos públicos de la Maestría